La tarde del 22 de septiembre en Guayaramerín se apagó de golpe. En el barrio Reyes Magos, donde las familias acostumbran volver a casa en motocicleta después de cada jornada, el abogado Limbert Cruz Bazán no alcanzó a cruzar el umbral de su vivienda. Lo esperaba la rutina: abrir la puerta junto a su esposa y sus hijos. En su lugar, lo sorprendió la violencia. Dos hombres en moto lo interceptaron y, tras atacarlo con disparos, huyeron dejando a su familia sumida en el horror y las dudas sobre las razones de este crimen que puede estar vinculado al crimen organizado.
Detrás de esa noticia que estremeció a todo el Beni hay una historia de esfuerzo y sueños cumplidos. Limbert había nacido en Cotoca, Santa Cruz, donde se forjó entre la disciplina y el deseo de superación. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, y una vez graduado en 2018 se inscribió en el Registro Público de la Abogacía del Ministerio de Justicia, requisito indispensable para ejercer en cualquier rincón del país.
Comenzó a trabajar en su tierra natal, en el ejercicio libre de la profesión. No tardó en decidir que su destino estaba en el Beni. Allí construyó una nueva vida. Se casó con una médica, formó un hogar y crio junto a ella a cuatro hijos pequeños, hoy huérfanos de padre.
El crimen corrió como un reguero de pólvora. Vecinos del barrio, amigos y colegas no podían creer lo sucedido. En Cotoca, su pueblo de origen, la noticia fue recibida con la misma incredulidad. Sus restos fueron trasladados hasta allí, donde familiares y amistades le dieron el último adiós entre lágrimas, oraciones y abrazos largos. “Era un hombre trabajador, dedicado a su familia”, repetían quienes lo conocieron, intentando dar sentido a una pérdida tan abrupta como injusta. FUENTE: EL DEBER