Los cubanos enfrentan días de tensión y angustia mientras los apagones generalizados continúan afectando diversas regiones del país, coincidiendo con la llegada del huracán Oscar. El fenómeno meteorológico, que tocó tierra en la costa oriental de Cuba el domingo, provocó intensas lluvias y vientos de hasta 130 kilómetros por hora, afectando especialmente a las provincias de Guantánamo y Baracoa. Aunque el huracán se debilitó y se convirtió en tormenta tropical mientras avanzaba hacia el este, su impacto complicó la ya delicada situación de servicios básicos como la electricidad, exacerbando el malestar de la población.
En La Habana, las protestas no tardaron en aparecer. En barrios como Santo Suárez, al suroeste de la capital, los residentes salen a las calles el domingo por la noche, golpeando cacerolas y sartenes en señal de frustración por los cortes eléctricos prolongados. Las manifestaciones reflejan la creciente desesperación de los cubanos, quienes además de lidiar con el paso del huracán, han soportado interrupciones en el suministro eléctrico durante tres días consecutivos. Estas fallas se deben en parte a la fragilidad de la infraestructura energética, agravada por las condiciones meteorológicas extremas y el desgaste del sistema energético del país.
El gobierno cubano, encabezado por el presidente Miguel Díaz-Canel, ha intentado tranquilizar a la población mediante mensajes en redes sociales, donde aseguró que se están tomando medidas para mitigar el impacto del huracán y los apagones. Díaz-Canel destacó la movilización de brigadas de recuperación y la coordinación con la defensa civil para proteger a los ciudadanos. Sin embargo, la prolongación de los apagones, sumada al embate de la tormenta, sigue generando incertidumbre y temor entre los habitantes, especialmente en aquellas zonas que aún no han recuperado el suministro eléctrico ni reciben información clara sobre cuándo lo harán.
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