El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, concedió un polémico indulto a su hijo Hunter Biden, quien enfrentaba condenas por delitos fiscales y posesión de armas. La medida rompe la promesa del mandatario de no interferir en el sistema judicial en favor de su familia y generó críticas. Biden justificó su decisión señalando que Hunter fue condenado de manera desproporcionada, argumentando que los cargos fiscales podían haberse resuelto con el pago de multas e intereses, y calificó como injusto el fallo por un error en un formulario de armas.

Esta acción revive debates sobre el uso del indulto presidencial, una práctica que ha generado controversia en administraciones pasadas. Casos como el indulto de Bill Clinton a su hermanastro Roger por tráfico de drogas, y los perdones de Donald Trump a su consuegro Charles Kushner y otros aliados políticos, han sido cuestionados por posibles conflictos de interés. A pesar de las divisiones, encuestas recientes indican que el 77% de los estadounidenses considera inapropiado que un presidente otorgue indultos a familiares, y el 74% desaprueba el perdón presidencial a figuras cercanas.

El legado político de Biden enfrenta ahora un nuevo desafío, especialmente en un contexto donde su probable contrincante, Donald Trump, insinuó que podría autoindultarse si retorna al poder. Aunque algunos indultos, como los concedidos por Biden por posesión de marihuana o los de Gerald Ford y Jimmy Carter a desertores de Vietnam, han sido bien recibidos, la percepción pública sobre el perdón a familiares sigue siendo mayoritariamente negativa, manteniendo un debate vigente sobre los límites éticos de este poder presidencial.

Fuente: EUROPA PRESS