Tras 13 años de un devastador conflicto, Siria sigue siendo un país fragmentado y dividido entre diversas facciones y actores internacionales. La guerra civil, que comenzó en 2011 con un levantamiento pacífico contra el presidente Bashar al-Assad, ha dejado un saldo de medio millón de muertos y millones de desplazados.

Hoy en día, Siria está dividida en varias zonas de control, cada una bajo la influencia de diferentes grupos y países. El régimen de Assad, con el apoyo de Rusia e Irán, controla aproximadamente dos tercios del país, incluyendo la capital, Damasco, y la costa mediterránea. Este control se ha mantenido gracias a la intervención militar rusa en 2015, que permitió al gobierno recuperar territorios clave que habían sido tomados por fuerzas rebeldes.

En el norte, la situación es más compleja. La región está dividida entre las fuerzas kurdas, que han establecido una administración autónoma con el apoyo de Estados Unidos, y varias facciones rebeldes respaldadas por Turquía. Esta área ha sido escenario de constantes enfrentamientos y cambios de control, especialmente en torno a la ciudad de Alepo.

Recientemente, el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha realizado avances significativos en el noroeste del país, tomando el control de la ciudad de Hama y avanzando hacia Homs. Este grupo, que se originó a partir de una facción de Al-Qaeda, ha aprovechado la distracción de las fuerzas gubernamentales y sus aliados para expandir su territorio.

La influencia de Irán y Hezbolá, aunque significativa, ha disminuido en los últimos meses debido a su implicación en otros conflictos regionales, como el enfrentamiento con Israel. Por otro lado, Rusia ha reducido su apoyo directo en Siria debido a su enfoque en la guerra en Ucrania.

En resumen, Siria sigue siendo un campo de batalla para múltiples actores con intereses divergentes. La fragmentación del país y la falta de una solución política sostenible han perpetuado un estado de inestabilidad y sufrimiento para la población civil. Mientras el régimen de Assad mantiene el control sobre gran parte del territorio, las zonas periféricas siguen siendo disputadas por diversas fuerzas, lo que complica cualquier esfuerzo por alcanzar una paz duradera.

📷BBC