Según la fuente CNN. A fines de 2016, un equipo de científicos detectó una fisura en la plataforma de hielo Larsen C, en la península Antártica Occidental. Esta grieta provocó el desprendimiento del iceberg A-68, uno de los más grandes registrados, con un área superior a 5.700 kilómetros cuadrados y un espesor de 235 metros. El iceberg comenzó su travesía hacia el norte, impulsado por corrientes oceánicas y vientos, convirtiéndose en una sensación mundial durante su viaje a través del Océano Austral.
El A-68 se convirtió en un fenómeno mediático durante la Navidad de 2020, en medio de los confinamientos por covid-19, cautivando la atención del público. Los ecologistas temían que colisionara con la isla de Georgia del Sur, amenazando ecosistemas vulnerables. Sin embargo, el iceberg se fragmentó y se derritió antes de causar daños significativos.
Durante su existencia, el A-68 liberó miles de millones de toneladas de agua dulce al océano, transformando el hábitat marino circundante y creando condiciones únicas para diversas especies.
Según los científicos que monitorearon su trayectoria, “el A-68 se convirtió en un bote salvavidas congelado para una amplia gama de especies”, demostrando el impacto significativo que estos icebergs pueden tener en los ecosistemas oceánicos.
El iceberg A-74 se separó de la Antártida en marzo de 2021, justo antes de que el A-68 también se desprendiera, revelando una vasta área del fondo marino llena de vida. En mayo de 2021, el A-76 surgió como el iceberg más grande del planeta. Más tarde, a finales de 2023, apareció el A-23a, que se había desprendido en 1986 pero que había quedado atrapado en el mar de Weddell durante muchos años.
En diciembre de 2023, el RRS David Attenborough exploró este iceberg, y un mes después, otra expedición logró capturar impresionantes imágenes de cuevas y arcos formados en sus costados por el impacto de las olas. El iceberg se encontraba prácticamente sin alteraciones.
Estos desprendimientos pueden tener un impacto significativo en la fauna antártica. Por ejemplo, en mayo de 2024, el iceberg A-83 se separó de la plataforma de hielo Brunt y se trasladó a una nueva ubicación, bloqueando el acceso al mar para una colonia de pingüinos emperador en la bahía Halley. Esta colonia ya enfrentaba problemas: en 2019 se descubrió que no habían logrado criar muchos polluelos durante tres años consecutivos, y este nuevo iceberg representaba una amenaza adicional.
El iceberg se movió justo al inicio del largo invierno antártico, lo que llevó a los científicos a esperar con ansiedad antes de averiguar el destino de los pingüinos emperador. A finales de septiembre, Peter Fretwell del British Antarctic Survey informó a la BBC que las imágenes satelitales mostraron “una mancha marrón en la capa de hielo blanca”, lo que indicaba que la colonia había logrado sobrevivir.
Es crucial entender estos icebergs, según Tarling, porque el cambio climático está provocando el deshielo en la Antártida. “La probabilidad de que icebergs como este entren en el Callejón de los icebergs”, afirma, “está aumentando y seguirá haciéndolo”. Así que podemos esperar más icebergs gigantes como el A-68.
Fuente: CNN